Los números del 1 al 9.

 
 
La numerología es una práctica adivinatoria utilizando los números. Es un conjunto de creencias o tradiciones que pretende establecer una relación mística entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales. Su estudio fue popular entre los primeros matemáticos, pero no se la considera ya disciplina matemática. Los científicos afirman que la numerología es una pseudociencia al igual que la astrología con respecto a la astronomía o la alquimia.
 
En numerología, se dice que los números son uno de los conceptos humanos más perfectos y elevados. Según los que la practican, la numerología es la disciplina que pretende investigar la «vibración secreta» de ese código y enseñan a utilizar los números en su beneficio, por medio del estudio de su influencia sobre personas, animales, cosas y eventos.
 
En el año 530 a. C., Pitágoras, filósofo griego, desarrolló en forma metódica una relación entre los planetas y su «vibración numérica». Le denominó «la música de las esferas». Mediante su método de numerología descubrió que las palabras tienen un sonido que vibra en consonancia con la frecuencia de los números como una faceta más de la armonía del universo y las leyes de la naturaleza.
 
El sistema numérico por excelencia en numerología es el decimal, siendo excepción la escuela chaldeana de numerología, que utiliza el sistema octal.
 
 
Existen varias escuelas de numerología, entre ellas: 
 
– La KABALÍSTICA, que se basa en los contenidos de la Kábala. 
 
– La CALDEA, que tiene sus orígenes en la Civilización Babilónica. 
 
– La CHINA, que otorga a los números unos significados muy diferentes del resto de escuelas. 
 
– La PITAGÓRICA, que se guía por los postulados de numerología del filósofo y matemático griego Pitágoras. Y es la que nos ocupará.
 
 
 
Sabemos que todo conocimiento espiritual en la historia de la humanidad ha tenido dos vías para darse a conocer: una de ellas es la exotérica, que es aquella que se conoce, que se entrega abiertamente a la comunidad, y otra, la esotérica, que es reservada a algunos pocos y que se trasmite de maestro a discípulo. De esta última, se conservan hoy algunos elementos que, de alguna manera, están en nuestro inconsciente colectivo y que pueden ayudarnos en nuestro trabajo personal. A continuación entregamos algunos significados esotéricos que las tradiciones ocultistas dieron a los números.
 
Uno, la base:
 
El mejor símbolo de la Unidad es el punto matemático imperceptible, arbitrariamente situado en la intersección de dos líneas o en el centro del círculo, el que engendra la línea que se desplaza en el espacio y crea la superficie, dando la idea de la tercera dimensión. El punto es el Uno en vías de engendrar todas las cosas. Los antiguos compararon la Totalidad con el centro de una rueda: la realidad en sí sería como un motor inmóvil; las realidades sensibles, como los rayos y la circunferencia de la rueda. Estas realidades están en constante interdependencia, pues según los filósofos, el Uno domina el tiempo y el espacio, mientras que los seres múltiples se sumergen en el flujo del devenir.
 
Numerosas civilizaciones (mesoamericanas, caldea, asiría, egipcia) eligieron representar la unidad por una rueda alada.
 
 
 
Dos, la dualidad:
 
Símbolo de la polaridad, de la oposición, de la división de la unidad en masculino-femenino (yin/yang), el dos es también el símbolo de la sexualidad. Representa también el doble poder divino de creación y de destrucción (Shiva). Sin embargo, el dos es, sobre todo, la ambivalencia, la dualidad, simbolizada por el andrógino, mezcla de caracteres masculinos y femeninos con el órgano macho de la procreación, o por un animal, como la babosa, que lleva los dos órganos.
 
 
 
Tres, receptáculo de la totalidad:
 
Primer número impar (el uno era considerado par e impar a la vez, macho y hembra), activo, símbolo del cielo, del espíritu, el tres es un número perfecto, la imagen sensible de la divinidad, igualmente representado por tres círculos enlazados, tres velas, tres cruces, tres soles, tres colores: blanco (Padre), azul (Hijo) y rojo (Espíritu Santo), y por el trébol.
 
Esta Trinidad Padre-Hijo-Espíritu Santo, Mithra el dios triple, etc., simboliza la triple energía divina que prodiga a la tierra por tres veces sus beneficios. Se le aparece a Ezequiel bajo la forma mixta del águila, del toro y del león, emblemas del espíritu etéreo y de los poderes destructores y creadores que se unen en el Dios verdadero.
El mismo principio está representado en todas las tríadas divinas: la Trimurti hindú (Brahma, el creador -Vishnu, el conservador -Shiva, el destructor), las Tríadas egipcias de Menfis (Ptah – Sekhmet – Nefertum). de Osiris (Osiris – Isis- Horus), de Tebas (Amon – Mut -Khonsu), persa (Ormuz, el Sabio genio – Vahu Mano, el buen pensamiento – Asha Vahista, la perfecta justicia).
 
 
 
Cuatro, la totalidad:
 
Cuatro es el número de la organización. Simple proyección de la unidad, el cuatro era el número del ritmo perfecto. Es el número de Júpiter, ley viviente, maestro de la protección y de la justicia, organizador de todo lo que ha sido creado. Es el número del orden (las cuatro direcciones del espacio fueron el primer medio de orientación conocido por los hombres, tanto en la tierra como en el mar), que fue introducido en la simbología por los cultos solares. En el origen, representaba los solsticios y los equinoccios, las estaciones, los elementos, los puntos cardinales, las fases de la Luna, los vientos del cielo y los ríos del paraíso. Muchos estados tenían antiguamente cuatro provincias y las ciudades, divididas en barrios, se abrían mediante cuatro puertas correspondientes a las direcciones del espacio (en China, en México, en Sudán…).
Estos significados se extendieron a títulos reales: Señor de los cuatro soles. Maestro de los cuatro mares, Señor de las cuatro partes del mundo, eran términos que designaban a los reyes y a los jefes, frecuentes en el sánscrito, la antigua Babilonia, los chinos, los peruanos.
 
 
 
Cinco, el equilibrio, la perfección humana:
 
El cinco era considerado por los etruscos y los romanos como un número nupcial (las 5 antorchas que acompañaban el ritual de matrimonio) porque es el primer número resultante de la suma del ptimer número femenino número masculino.
Es el numero visto como el mediador entre Dios y el universo. Así, la figura humana se inscribe en el pentagrama, pues la cabeza domina los cuatro miembros como el espíritu comanda los cuatro elementos.
 
 
Seis, la belleza:
 
Seis es el número de la perfección, de la belleza: la sexta Sephira de la cabala, Tiphereth, significa belleza y ornamento (representada por el planeta Venus); los seis colores (tres primarios: azul, amarillo, rojo; y los tres derivados: verde, naranja y violeta). El sexto arcano mayor del tarot. Los Enamorados, está asociado a Venus-Ishtar, estrella de la mañana guerrera, y enamorada, como astro del ocaso.
 
 
 
Siete, la armonía:
 
Desde la Antigüedad, el número siete apareció como una manifestación del Orden y de la Organización cósmicos. Número solar, figura en los monumentos ancestrales con la corona de los siete rayos en relación numérica con los siete cielos de Zoroastro, los siete bueyes que tiran el carro del sol en las leyendas nórdicas y sobre todo con los siete planetas divinizados por los babilonios que formaron los días de la semana a partir de sus nombres.
 
 
 
Ocho, el equilibrio final:
 
Número par, femenino y pasivo, primer número cúbico (2 x 2 x 2 = 8, el ocho representa a la Tierra, no en su superficie sino en su volumen. Los pitagóricos, que lo llamaron la Gran Tetraktis, lo convirtieron en símbolo del amor y de la amistad, de la prudencia y de la reflexión.
 
En Babilonia, en Egipto y en Arabia, era el número de la reduplicación consagrada al sol: 2 x 2 x 2: de donde proviene la imagen del disco solar adornado por una cruz de ocho brazos.
 
 
 
Nueve, la jerarquía:
 
Número impar, macho y activo, el nueve es el primer cuadrado entre los impares. Los antiguos lo consideraron como la Tierra + los 7 planetas + la esfera de las estrellas, es decir, 9 esferas concéntricas. Es el número de la jerarquía: Hesíodo contaba 9 Musas (divinidades de la inspiración poética y de las artes). Reencontramos esta jerarquía espiritual en los 9 coros de ángeles (correspondientes a las 9 esferas celestes de los gnósticos). Número de la armonía, el nueve representa la perfección de las ideas.
 
Morgana Barcelona.
http://morganabarcelona.com
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