Decoramos el altar con trigo, cebada o avena, frutas, pan y sidra.
Trazamos el círculo e invocamos a los dioses y a los elementos.
Nos colocamos delante del altar y levantando las espigas, decimos:
“Ahora es el tiempo de la primera cosecha,
Cuando la naturaleza se nos brinda para que sobrevivamos.
Señor de los campos en sazón,
Señor del grano, dame el entendimiento del sacrificio como tu te
Preparas para entregarte a la seguridad de la Diosa
Y viajar a las tierras del eterno verano.
Oh Diosa de la luna oscura, enséñame los secretos del renacimiento
Mientras el sol pierde su fuerza y las noches se hacen más frías.”
Frotamos las espigas para que sus granos caigan en el altar. Tomamos una fruta, la mordemos saboreándola y decimos:
“Tomo parte de la primera cosecha,
Mezclando sus energías con las mías
Para que pueda continuar en mi búsqueda
De la estrellada sabiduría de la perfección.
Señora de la luna, señor del sol,
Dioses ante los cuales las estrellas detienen su curso,
Ofrezco mis gracias ante la continua fertilidad de la tierra.
Quiera que el cabeceante grano pierda sus semillas
Solo para ser enterradas en el seno de la madre,
Asegurando el renacimiento en el calor de la próxima primavera.”
Después de esto consumimos el resto de la fruta y plantamos sus semillas. Debemos cuidar la planta con amor, como un símbolo de nuestra conexión con los dioses para que germine y crezca.
Comemos y bebemos lo que hemos ofrecido en el altar. Y ahora hacemos una quemaa de lo que nos aprisiona:
Escribir en un papel detalladamente lo nos agobia o preocupa. Consagramos el papel a Lugh y Frigg, pidiendo que tener una feliz solución para retomar la calma y la felicidad. Atamos el papel con una cinta o hilo rojo, lo echamos al fuego y, mientras, nos visualizamoss con el problema solucionado.
Llegados a este punto, despedimos a los Dioses y a los elementos y abrimos el círculo.
© Morganna Barcelona