Fórmula mágica
El hechizo es un acto mágico que pretende producir efectos sobre la realidad mediante procedimientos sobrenatural, como el uso de conjuros, es de carácter litúrgico o ritual. Cuando el objetivo del hechizo es adivinar el futuro se denomina sortilegio y cuando busca someter la voluntad de otra persona u objeto, encantamiento. Es componente sustancial de muchas religiones paganas y también forma parte de algunas religiones monoteístas, mientras que otras como el Cristianismo prohíben explícitamente su práctica. El hechizo procede de las creencias mágicas del Neolítico y viene practicándose desde entonces, a veces de manera abierta y otras clandestina. Era común en sociedades paganas, constituyéndose en actos oficiales de masas promovidos por las autoridades; una actividad que está bien documentada en numerosas fuentes históricas e incluso sobrevive algunas zonas, como las de religión vuduista o chamánica originarias. El hechizo ha sido comúnmente perseguido bajo la acusación de brujería, sobre todo en las naciones que tenían al Cristianismo por religión de Estado. Hoy en día su práctica se considera jurídicamente bajo el amparo de la libertad de creencias protegida como derecho fundamental por la mayor parte de legislaciones democráticas, si bien ello no impide que se persigan las estafas de importancia cometidas por supuestos “brujos” o “brujas” basándose en la credulidad o deseo de creer de muchas personas.
Típicamente, el hechizo consiste en una representación simbólica del efecto que se pretende conseguir bajo la invocación de una deidad. En sus orígenes y en algunos casos de la cultura popular, es un acto instantáneo sin una forma común. Tanto es así que supuestamente puede ejecutarse incluso de manera involuntaria, como ciertas formas de mal de ojo.
No obstante, en las creencias paganas desarrolladas adquirió y mantiene una estructura general que consta de seis partes:
- La preparación, durante la cual se disponen los lugares y materiales necesarios, y las personas que van a tomar parte en el mismo pueden realizar diversas actividades previas como el ayuno, la oración, etc.
- La apertura, que inicia el acto litúrgico o ritual creando un “entorno mágico” apropiado y solemne, produciendo simultáneamente un efecto de comunión entre las personas participantes.
- La invocación, en la cual se suplica o exige la cooperación de las fuerzas sobrenaturales que habrán de llevar a la realidad el hechizo.
- La ejecución, donde se realizan los actos mágicos ritualizados que constituyen el núcleo del hechizo y que pretenden modificar el curso de la realidad bajo la advocación de las entidades sobrenaturales invocadas.
- El sacrificio, en el que se ofrece a estas fuerzas sobrenaturales una ofrenda que puede ser simbólica o tangible para ganar su favor.
- El cierre, que da solemnidad a la clausura del acto y disuelve el “entorno mágico” creado durante la apertura.
Puede observarse con facilidad el paralelismo existente entre esta estructura y la liturgia de las religiones monoteístas más modernas, que probablemente se deriven de la misma. Un ejemplo claro sería la Misa cristiana. Hay actos de hechicería en las partes más antiguas de libros sagrados monoteístas como el Antiguo Testamento de la Biblia. El hechizo se hallaría, pues, en los orígenes de la liturgia sagrada de numerosas creencias contemporáneas.
Cuando el objetivo del hechizo y los medios empleados son considerados inmorales, ilegales o perniciosos por la sociedad donde se realiza, se le denomina de magia negra. Si por el contrario la sociedad considera inocuos sus objetivos y medios, es calificado como de magia blanca. En la actualidad, numerosas religiones neopaganas como la Wicca han recuperado la utilización de los hechizos y los reivindican. A nivel popular, mucha gente los practica en privado aunque pertenezca nominalmente a religiones que los aborrecen, normalmente siguiendo las instrucciones de libros esotéricos o medios similares. También se realizan en consultas privadas, por lo común a cambio de un precio. Los objetivos que se pretenden alcanzar suelen englobarse en la popular trilogía salud, dinero y amor, aunque también son relativamente frecuentes los de venganza u odio.
Con toda probabilidad, el concepto de hechizo surge por la necesidad de asociación causa -> efecto propia de la mente humana milenios antes de que apareciera el método científico. Que al arrojar semillas surgiera una planta o al practicar el coito con una mujer naciera un bebé debió ser interpretado sin duda como un suceso sobrenatural durante miles de años. En ausencia del método científico, se establece una relación directa acto menor -> suceso mayor aparentemente mágico, que se va envolviendo en una liturgia hasta que pierde su sentido originario y, por asociación, surgen relaciones nuevas de carácter supersticioso que conforman nuevos hechizos.
Hechizos en la Literatura
Básicamente, la magia en la literatura puede dividirse en tres clases: magia “de varita”, hechicería “de escuela” y hechicería en la naturaleza.
La magia de varita, tal como su nombre indica, requiere de una varita mágica para ser llevada a cabo. Este tipo de magia siempre se acompaña de unas palabras mágicas (conjuros) y de unos movimientos predeterminados con la varita. Un ejemplo sería Harry Potter. En el cuento cuento árabe anónimo Ali Babá y los cuarenta ladrones, incluido en Las mil y una noches: ¡ábrete Sésamo! y ¡ciérrate Sésamo! eran los conjuros o contraseñas utilizados para abrir y cerrar el portón de la caverna del tesoro.
La hechicería de escuela se basa en la manipulación de la magia mediante una serie de fórmulas, generalmente en un idioma arcano o simplemente especial, parea conseguir unos efectos, por ejemplo, crear fuego, manipularlo, etc. Pero no siempre tiene que ver con los elementos, también puede producir efectos sobre las personas, convocar seres de otros mundos, teletransportarse, sanación, protección… Un ejemplo de este arte sería la usada en Memorias de Idhún, otra novela muy famosa, que es manipulada por el idhunaico arcano, o en la saga Dragonlance.
La hechicería en la naturaleza es una modificación de las fuerzas naturales para conseguir los efectos deseados. Los practicantes de esta clase de magia no necesitan manejar ningún idioma especial para usarla, aunque si suelen conocer profundamente la naturaleza para saber como aplicar mejor la energía, con menor trabajo y mejores efectos. La fuerza necesaria para este tipo de hechizos puede provenir de muy distintas fuentes. Una ilustración de este tipo de magia puede hallarse en la serie Crónicas de Belgarath, en la que los hechiceros manipulan la magia mediante la Voluntad, expresada por la Palabra, y en la que el aprendizaje de magia consiste, en su mayor parte, en el estudio de la naturaleza. También en Embrujadas, las 3 hermanas que tienen poderes mágicos.
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